lunes, 30 de mayo de 2016

Reflexión final del voluntariado

SOLIDIARIO

Reflexión final de la experiencia de voluntariado     


 Tiempo atrás escribí una pequeña reflexión sobre mi voluntariado en la misericordia. No me retracto de las palabras que escribí aquel día puesto que sigo opinando igual.

Tengo que decir que ha sido una experiencia muy grata el ir a compartir un poco de mi tiempo con personas mayores, las cuales disfrutan con la hora que tú pasas con ellos.

A decir verdad el voluntariado por una parte me costo, me costó hacerme a la idea de tener que llegar a casa, comer, pasear al perro y salir directamente al voluntariado. Es algo que da pereza, el salir de clases, llegar y tenerte que volver a ir; es cierto que solo era un día a la semana y que tampoco es que cueste mucho ir una hora con personas mayores. Pero tengo que decir que las primeras semanas de voluntariado iba sin muchas ganas.

A medida que pasaban las semanas, se me fue haciendo rutina el ir a la misericordia los jueves por lo que ya no me costaba el ir, ya que era llegar ahí y distraerte, disfrutar de la hora que estabas con ellos jugando y riendo. Con tan poco que haces, como  el desplazarte hasta donde están ellos a jugar, a hablar o simplemente a acompañarlos durante una tarde hace que ellos se alegren y se diviertan. La mayoría de personas que estuvieron con nosotros en la sala eran personas muy activas, muy simpáticas, con mucha alegría y es lo que ellos te transmitían.
Desde que empecé a ir a la misericordia he tenido una sensación bastante grata que solo lo he sentido en algunas ocasiones, lo que siento es una especie de satisfacción personal.

El ambiente que se respiraba entre las personas mayores, los supervisores y los voluntarios era algo muy ameno, donde se estaba a gusto y se disfrutaba. Por ejemplo hubo un día en que las personas que residen ahí tenían una pequeña fiesta con comida y bailes. Nosotros fuimos como de normal, el jueves a las cinco aunque ese día nos dieron a elegir para ir o no, y nosotros decidimos que sí. Llegamos a una de las cafeterías de la misericordia y lo que vimos fue a la mayoría de las personas mayores bailando, y riendo entre ellos. Al principio yo creo que todos nos sentimos algo incómodos, puesto que era una situación distinta a la que nosotros estamos acostumbrados a ellos. Al principio nos quedamos en una esquina de pie, pero luego decidimos integrarnos entre ellos puesto que conocíamos a varios, cuando nos integramos conocimos a más personas que Vivian ahí, personas que nos contaban pequeñas historias de su vida, lo que les gustaba hacer o simplemente como habían pasado ese día con la fiesta en la misericordia.
Recuerdo que después de estar un rato con ellos hablando nos sacaron a bailar a todos los voluntarios, haciendo corros y bailando, bailando la jota u cualquier tipo de música que tocaran los músicos.
Personalmente yo me moría de la vergüenza por estar haciendo algo así, ya que nunca lo había hecho y era algo nuevo para mí. Cuando terminamos de bailar y nos sentamos nos empezamos a reír entre los voluntarios de cómo habíamos bailado nosotros mismos, y hablando con las personas mayores, era como si nos conocieran desde hace mucho tiempo, se veía como disfrutaban y como disfrutamos nosotros.

Pese a que al principio me causase pereza, yo creo que no me podría a ver tocado un mejor voluntariado, he disfrutado siendo voluntaria de la misericordia, he de decir que es una experiencia que el año que viene me gustaría repetir, y esta vez no porque el colegio me obligue, sino por decisión propia.

Yo creo que esta experiencia me ha hecho crecer como persona, me ha hecho que empiece a valorar las pequeñas cosas de la vida, que con tan poco se puede hacer feliz a muchas personas, que lo importante no es lo material ni lo que tengas, sino lo que tienes dentro de ti y puedes compartir con los demás.

Yo creo que de este voluntariado aparte de que me ha hecho crecer como persona, me llevo las risas, los buenos momentos que he tenido en esa residencia, he conocido a personas magnificas, que se han portado con nosotros de maravilla. Y sin lugar a duda agradezco al colegio que nos obligaran a ir pese a que era un “voluntariado”, porque si no, no hubiera conocido ni disfrutado tanto con las personas que residen ahí.

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